Es preceptivo respetar a los sabios y a los ancianos, y ponerse de pie a su ingreso o salida, tal como fue dicho: "Ante las canas te pondrás de pie, y prestarás deferencia al anciano" (Vaikrá-Levítico 19:32). Quienes tienen el mérito de honrar a sabios y ancianos logran aprender de su sabiduría y experiencia, por lo que un público que los trata con respeto se enriquece de ellos y es bendecido.
La Torá ordenó tratar con respeto a jueces y líderes públicos siempre y cuando no sean malvados. También aquella persona que perdió en un juicio o se ve perjudicado por un decreto público debe ser cuidadoso de no ofender o insultar tanto al juez como al líder, ni siquiera de manera velada, ya que su dignidad es la del público, y la paz social depende de su estatus (Shemot-Éxodo 22:27).