A pesar de la importancia del principio general que se ocupa del respeto al ser humano y su responsabilidad, la postura aceptada en el pueblo de Israel es que el fundamento de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" es más importante por implicar un mayor compromiso. Según este principio, no alcanza con respetar al semejante y su capacidad de elegir el bien, sino que es necesario amarlo y actuar en aras de su beneficio. Además, por medio del amor el ser humano trasciende los límites de su egoísmo y accede a revelar la imagen Divina que anida en su interior. Esto se debe a que HaShem creó al hombre y le insufló un alma Divina, sin embargo, a fin de que los seres humanos fueran autónomos en elegir por el bien, el Eterno ocultó Su luz de este mundo. Cuando un ser humano se encuentra con otro mediando entre ellos un sentimiento sincero de amor, y lo ayuda en su desgracia o se regocija junto a él en su alegría, la imagen Divina que anida en su compañero se torna visible para él, y como contraparte su propia alma se torna radiante, pudiendo alcanzar la fe y conectarse a Dios. Los preceptos entre el hombre y su prójimo nos encaminan hacia esto.
Además, junto a la expresión de la libertad individual de cada ser, se han generado en el seno de las creaturas surgieron divisiones, competencias y disputas. El gran desafío que se le presenta a la humanidad es el de revelar la unidad interior existente, cuya base anida en el hecho de que un solo Dios creó y vivifica todo cuanto existe. De ese modo se podrá demostrar cómo por medio de la fe, el amor y la justa cooperación la bendición se extiende sobre todos desde su origen Divino. El precepto de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" es la base para ello.