Es preceptivo para toda persona ser sensible con su prójimo y no hacerlo sufrir. No habrá de empujar personas al caminar, no se adelantará a otros en la fila, no abrirá una ventana en un día frío si a su compañero esto le puede molestar, etc. Tal como dijera el anciano Hilel en cuanto a que lo principal de la Torá es que "aquello que detestas, no se lo hagas a tu compañero". Y esto no se refiere a que si una persona no sufre de ruido o barullo, podrá hacerlo delante de otros. Por el contrario, así como él no soporta determinadas cosas que le molestan de igual manera debe abstenerse de hacer cosas que molesten a otros. Por lo tanto, tendrá cuidado de no hacer ruido junto a su compañero, en cada sitio según lo apropiado y lo comúnmente aceptado. Por ejemplo, junto a quien precisa concentrarse en su estudio o su trabajo es necesario tener el cuidado de no emitir siquiera sonidos leves. Cuando una persona se encuentra en el jardín debe evitar gritar de modo tal que obligue a los vecinos a escucharle. De igual manera, por la noche, en horas en las que la gente duerme y estando en la proximidad de edificios y viviendas, es preciso tener cuidado de no alzar la voz y no conducir su automóvil de modo ruidoso. Asimismo, es menester cuidar de no arrojar desperdicios en espacios públicos, y obviamente, no dejar allí vidrios rotos u otros objetos que pudieran dañar a los transeúntes.