Modificar el sentido de la verdad en aras de preservar el recato, por vergüenza o por humildad Decir algo que no es cierto en aras de que reine la paz Engaño Decir la verdad El retorno (arrepentimiento) y el perdón Una disputa negativa y otra que es en aras de la verdad (leshem shamaim) Los medios de comunicación y el precepto de protestar Comunicadores sociales ¿Cuándo se permite hablar negativamente de una persona? La gravedad del lashón hará Hablar mal del prójimo, difamación y habladurías La prohibición de adular El precepto de reprochar o expresar repudio El precepto de reprender Juzgar benévolamente (Ladún le-kaf zejut) No te vengarás ni guardarás rencor Quien se siente ofendido por su compañero debe reprenderlo Incluir a personas pobres y solas en alegrías La actitud ante el converso Cuidado por el respeto hacia el huérfano, la viuda y demás personas que sufren La prohibición de ofender y avergonzar La dignidad humana Respeto por los sabios, los ancianos y los líderes públicos La prohibición de humillar a un ser humano Devolución de un objeto perdido Ofrecer nuestra ayuda La relación entre el hombre y su prójimo – el pórtico a la revelación de la Luz Divina en el mundo El respeto al ser humano que fue creado a imagen de Dios Entre Israel y las naciones La definición de la prohibición de odiar La definición del precepto de amar
- Entre el hombre y su prójimo -

No codiciar

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No codiciar

El último de los Diez Mandamientos reza: "No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la mujer de tu prójimo, ni su siervo ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada de lo que es de tu prójimo" (Shemot-Éxodo 20:14). La observancia de este precepto evita infringir numerosas prohibiciones ya que el deseo y la ambición son los causantes de las transgresiones del hombre para con su prójimo. Esta prohibición consiste en dos etapas: en la primera, la persona codicia lo que le pertenece a su semejante y planifica cómo conseguirlo por medio de la astucia; en la segunda etapa, peor en gravedad, comienza a actuar por medio de la seducción, la persuasión y diferentes artimañas para obtener lo que pertenece a su compañero, y a veces llega incluso a recurrir a la fuerza para robar o forzar.   

Este precepto resulta también un buen consejo para una vida feliz ya que quien envidia a su compañero y desea lo suyo se acostumbra a pensar que su felicidad depende de aquello que no le pertenece, cuando en realidad esta depende de su capacidad de alegrarse con el fruto de su trabajo. Tal como dijeron nuestros sabios: "La envidia, la ambición desmedida y el ansia por los honores, alejan al hombre del mundo", ya que estos defectos impiden que la persona esté feliz con su parte en el mundo, y cuanto más desee saciar sus deseos, querrá más y más ya que su vida está desprovista y vacía de todo valor o significado. El remedio para la codicia es la fe en HaShem y agradecerle por todas las bondades de la vida. Para reforzar la alegría y el agradecimiento, nuestros sabios establecieron las bendiciones por el disfrute, por medio de las cuales aprendemos a ser agradecidos por todo lo bueno de nuestras vidas y alegrarnos de ello (adelante 23:1).

El agradecimiento El agradecimiento Participar de la alegría y la pena del prójimo Amabilidad al hablar Saludar No hacer sufrir al prójimo Conducta decorosa (Derej Eretz) Proferir malas palabras (Nibul Pé) Hospitalidad Vecinos Buena compañía