Cuando una persona realiza una fiesta tal como un casamiento, debe recordar invitar primeramente a las personas pobres, a las viudas y a las personas sumidas en la amargura de entre sus conocidos, pues solamente cuando se invita a los conocidos menos privilegiados o afortunados la alegría es verdadera y bien recibida por HaShem. Por el contrario, en caso de olvidarlos, se sentirán no queridos y entenderán que su mera presencia perjudica el ambiente festivo por lo que se ofenderán y sufrirán aún más. Asimismo, en las festividades, se debe pensar en aquellos parientes, vecinos o conocidos a los que les resulta difícil alegrarse por causa de su pobreza o su soledad y hacerlos partícipes de la alegría festiva, tal como fue dicho: "Y te regocijarás en tu festividad: tú, tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava, el leví, el prosélito, el huérfano y la viuda que está en tus ciudades" (Devarim-Deuteronomio 16:14).