Está prohibido adular al malvado, esto es, justificar sus malas acciones o alabarlo pues al hacerlo se lo alienta a continuar en su camino transformándose así el adulador en su cómplice. Por ello, aunque no haya posibilidad de reprender al malvado por tratarse de una persona violenta y peligrosa, cuanto menos se debe evitar adularlo. Nuestros sabios dijeron que el castigo de quien adula al malvado es que él o sus hijos serán manipulados para mal por otra personalidad perversa, similar a la que ellos lisonjearon. También quien no alaba las malas acciones del malvado en cuestión, sino que únicamente lo sirve o alaba su personalidad en general transgrede la prohibición de no adular. Por lo tanto, quien se vea en la necesidad de mencionar una buena acción realizada por una mala persona debe también hablar de sus malas acciones para que las personas no se vean arrastradas o atraídas hacia ella. Una persona debe estar dispuesta a perder su posición social o patrimonial y no adular a una persona que no es digna de respeto. De no mediar alternativa alguna, se permitirá adular a un malvado únicamente en caso de que la vida esté en peligro.