Está prohibido engañar (en hebreo lit. robar el pensamiento o la conciencia) a otra persona, por ejemplo, adulándola por medio de falsos elogios para obtener de ella algún beneficio, o presentándose ante esta como un amigo al tiempo que a sus espaldas niegue todo vínculo. Asimismo, una persona que justifica a su compañero que se queja de su patrón o de un colega a sabiendas de que las quejas en cuestión son infundadas transgrede la prohibición de 'no engañar'. En vez de ayudar a su semejante a contemplar la realidad de un modo certero, lo engaña para hallar gracia ante sus ojos. De igual manera, una vendedora de ropa que elogia la prenda que se está probando la clienta a sabiendas de que no le queda bien la está engañando. Quien invita a un amigo a comer con la esperanza de que este decline la invitación – lo está engañando.