Todas las reglas para una conducta decorosa están incluidas en el precepto "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y en el deber de preservar la dignidad de la imagen Divina que el ser humano detenta. Por ello, una persona debe mantener las reglas de higiene aceptadas. Tras haber evacuado, deberá lavar sus manos de un modo apropiado, no estará entre personas mientras su cuerpo, boca o ropa exudan mal olor. Asimismo, al estar entre personas cuidará de comportarse de un modo respetuoso y amable, no hará acciones que despierten entre los presentes sensaciones de asco o de rechazo, como el manipular sus mucosidades nasales, escupir alimentos o remover heridas. Quien hace cosas similares a estas en presencia de otras personas no solo ignoró el precepto de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" sino que además se denigró a sí mismo y transgredió el precepto de "no haréis impuras (a vuestras almas)" (Vaikrá-Levítico 11:43). Todo se ha de ajustar a lo que es aceptado en ese sitio como repugnante o desagradable. También estando la persona sola en su hogar deberá respetar su propia condición humana y cuidará tanto su higiene como sus vestimentas y no realizará acciones desagradables.