El precepto de amar al prójimo se extiende a todos los seres humanos, a pesar de las ideas divergentes, las diferentes religiones y diversas naciones. Sin embargo, respecto de un hijo de Israel cada uno de los israelitas debe sentirlo como su hermano y por ende el amor y la responsabilidad hacia él implica un mayor grado de compromiso.
Asimismo, está prohibido odiar a un hijo de Israel aunque se trate de un transgresor, y si bien corresponde criticarlo por ello y a veces hasta castigarlo, está prohibido profesarle un odio acabado, así como en el seno de la familia se debe tener un sentimiento de fraternidad aun para un hermano que se descarrió. Sin embargo, respecto a miembros de otras naciones que optaron por una mala conducta, a veces se permite y en otras ocasiones hasta es conveniente tratarlos hostilmente y con odio.