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La tierra prometida es el sitio destinado al pueblo de Israel para que revele allí la fe en la Unicidad de D's, según la cual la santidad se revela en todos los ámbitos de la vida, en la Torá y en la ciencia, en el trabajo y en la economía, en la vida individual y comunitaria, en la vida social y nacional. Sin embargo, en el extranjero los judíos pueden revelar santidad únicamente en la vida espiritual personal y en el marco de comunidades restringidas, manteniéndose al margen de la naturaleza y de la vida pública nacional, ya que todo progreso que aporten a la ciencia o a la economía locales sirve a pueblos ajenos y a metas extrañas, que a la postre pueden obrar en su contra. Así resultó que los judíos de Alemania, que contribuyeron notablemente a desarrollar la economía, la ciencia, la sociedad y el tendido de vías férreas de ese país, terminaron ayudando indirectamente al estallido de la segunda guerra mundial y a la ejecución del peor de los asesinatos en masa, el Holocausto. Otro tanto ocurrió en la España cristiana, donde los judíos contribuyeron a su florecimiento y esta se transformó en un reino malvado. Lo mismo ocurrió en Rusia, donde los judíos fueron actores centrales de la revolución en aras de la justicia, la igualdad y el bienestar, transformándose en un país de terror, despotismo y terrible crueldad. Estos son algunos ejemplos graves de la historia, empero en cierta medida así aconteció en todos los sitios donde nos exilamos. Resulta entonces, que fuera de la tierra de Israel el bien y la verdad pueden revelarse únicamente en el ámbito de lo espiritual, mas no en el plano terrenal y nacional, realidad que no puede ser mejorada ni corregida. Y esto genera una profanación severa del Nombre de HaShem así como un daño profundo en los niveles de fe, ya que aparentemente, una persona podría pensar que la Palabra del Creador puede revelarse solo en los ámbitos espirituales, mientras que en los aspectos material, comunitario y nacional, pueden existir sin 'esa Presencia' e incluso, en oposición a la misma.
Por ello, dijeron nuestros sabios que quien habita en el extranjero, allí donde la fe se revela únicamente en el ámbito espiritual, se lo considera como quien practica la idolatría, porque no se conecta con la fe en la Unicidad. Sin embargo, en la tierra de Israel es posible revelar la fe en la Unicidad, en el Cielo y la tierra conjuntamente, en un pueblo entero compuesto de personas particulares, que a pesar de las dificultades, complicaciones y pecados se unen para revelar la fe y los valores Divinos en todas las dimensiones de la vida. A partir de ello, todas las naciones podrán inspirarse para revelar la fe, la verdad y el bien en todo el mundo. Así fue en las dos primeras etapas de revelación de la fe en la Unicidad de D´s, en los días del Primer y Segundo Templo, y así ocurrirá con la construcción del Tercero prontamente en nuestros días.
