Si bien las mujeres también están preceptuadas de salvar al pueblo de Israel y asentarse en el país (yshuv haaretz), de acuerdo con la tradición judía no se enrolan al ejército. Esto obedece a dos motivos: 1) Dijeron nuestros sabios que no es propio de las mujeres conquistar y combatir, ya que también en tiempos de guerra el pueblo necesita de un equilibrio, y mientras que los hombres deben arriesgarse e ir a la guerra, las mujeres, en la medida de lo posible, deben continuar manteniendo una rutina de vida en la retaguardia. 2) La mezcla de hombres y mujeres en un campamento militar afecta el recato, la santidad y la concentración necesaria para el esfuerzo militar. Si bien hay quienes entienden que las mujeres están preceptuadas de enrolarse en puestos de apoyo al esfuerzo bélico, y en tiempos de emergencia incluso en puestos de combate, en la práctica, la opinión de los rabinos jaredim es que para la mujer, enrolarse al ejército implica transgredir una grave prohibición. La opinión mayoritaria de nuestros rabinos es de que, si bien no está prohibido para una mujer enrolarse, la directiva apropiada para las muchachas es que no lo hagan, ya que ello genera una convivencia de géneros que afecta el recato que debe mantenerse en un marco militar. Además, la experiencia indica que el enrolamiento de mujeres puede afectar el nivel religioso de muchas de ellas, y el daño producido por ello a la construcción de la nación y del país es mayor que el beneficio obtenido por su servicio uniformado. No obstante, una soldado cuyo aporte a la seguridad del estado es relevante, santifica el Nombre Divino con su actuar y cumple un precepto.