La idea de la división de poderes está presente en la Torá e implica cuatro focos de autoridad que se equilibran mutuamente. El primero es la monarquía que detenta todas las potestades gubernamentales. El segundo es el sistema judicial que incluye tribunales en cada región y cada ciudad y por encima de todos estos el Gran Tribunal de Jerusalém contiguo al Templo, el cual tiene la potestad de juzgar al mismísimo rey y autorizar el nombramiento de un nuevo monarca. El tercero es el sacerdocio, presidido por el Sumo Sacerdote o Cohen Gadol y cuya función es llevar a cabo la labor del Templo y junto a los leviím enseñar Torá y dictar halajá a lo largo y ancho del país. El cuarto es la profecía que emana de D's y que recibe el profeta, para elevar a la nación, conducirla y amonestarla en caso de ser necesario. A veces, el profeta protestaba ante el rey, a los jueces o a los cohanim. Este poder no está constituido ya que depende de la decisión Divina a cuál sabio o persona justa se le ha de otorgar la profecía y para qué propósito. Estos poderes debían trabajar en estrecha cooperación, el reino debía apostar policías para hacer cumplir las sentencias dictadas por los jueces y brindar seguridad al Templo de Jerusalém. Por otra parte, el sacerdocio brinda apoyo al reino, e incluso muchos de los gendarmes eran cohanim o leviim. Cuando un rey se excede en el ejercicio de sus funciones y no cumple las leyes de la Torá, los sabios, los cohanim y los profetas formulan críticas al reino y en algunas ocasiones provocaron el cambio de monarca tanto por medios pacíficos como a través de una rebelión.
Muchos pueblos, como es el caso de los occidentales tales como Gran Bretaña y los Estados Unidos, al fundar sus países, se inspiraron en las ideas Divinas de la Torá y en la historia judía registrada en la Biblia Hebrea. Actualmente, tras el largo exilio tuvimos el mérito de retornar a nuestra tierra y erigir en ella el Estado de Israel, y debemos analizar las fortalezas y las debilidades de los diferentes sistemas de gobierno tanto en los aspectos morales como organizacionales y paralelamente extraer de la Torá la guía que nos conduzca a la construcción del aparato gubernamental de nuestro estado.