Estudiamos en la Torá que es bueno alabar a la tierra de Israel y quererla, por ello en el Pentateuco es denominada quince veces "tierra que mana leche y miel". Así fue dicho:
"Pues HaShem tu D’s te va a traer a una tierra buena, tierra de torrentes de agua, en la que manantiales y aguas subterráneas surgen en la quebrada y en la montaña. Tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares de aceite y de miel. Tierra en la que no comerás con pobreza pan, no carecerás de nada; tierra que sus piedras son hierro y de sus montañas extraerás cobre. Comerás y te saciarás y bendecirás a HaShem tu D’s por la tierra buena que te ha dado" (Devarim 8:7-10). Así es como se relata en el Talmud sobre sabios que ascendieron a la tierra de Israel provenientes de Babilonia, y al arribar a sus límites, en virtud de su gran amor por esta besaron sus piedras y se revolcaron en su polvo para así cumplir lo que fuera dicho: "…tus siervos se complacen en sus piedras y el polvo de su tierra les deleita" (Tehilim-Salmos 102:15). Y así, a lo largo de las generaciones, muchos de los que ascendieron a la tierra de Israel acostumbraron a besar su suelo en virtud de su gran amor por ella. De igual manera, desde su sitio de residencia en el exilio, los grandes sabios de Israel escribieron poemas de añoranza por la tierra de Israel. Recordemos algunas líneas de los poemas que denotan añoranza y profundo amor de Rabí Yehudá HaLeví que viviera en el exilio de Sefarad: "Sion, ¿no has de preguntar por la suerte de tus cautivos, los que buscan tu paz y son el remanente de tus rebaños?... Cuando sueño con el retorno de tu cautiverio soy el arpa de tus canciones … quién me permitiese deambular por los sitios donde D's se reveló a tus profetas y reyes. Quién me hiciese alas para poder andar lejos, y sacudir los pedazos de mi corazón entre los trozos de tus despojos. Me prosternaré sobre mi rostro sobre tu tierra, me complaceré grandemente en tus piedras y tu polvo me gustará…" "Por ti mi corazón anhela desde los confines de occidente… Quién me diese alas de águila, hasta que colme con mis lágrimas tu tierra y se mezclen. ¿Acaso no he de querer a tus piedras y no he de reconstruirlas, y el sabor de tus terrones no serán para mi boca agradable cual miel?".