Durante los largos años del exilio, a raíz de las enormes dificultades para inmigrar a la tierra de Israel y establecerse en esta, el pueblo judío no logró generar una oleada multitudinaria de inmigrantes y erigir una comunidad organizada y por lo tanto tampoco pudo organizar una fuerza militar para la defensa y la conquista del país de manos extranjeras. En esta era, HaShem comenzó a cumplir Su promesa y gracias a la Divina Providencia, a través de procesos históricos, diferentes judíos de diferentes estratos del pueblo comenzaron a actuar en aras de poblar el país y redimir a su pueblo, y por medio de una gran entrega vinieron a vivir a la tierra prometida y la comenzaron a poblar, erigieron el movimiento sionista y comenzaron a dar forma a una comunidad judía con instituciones públicas y una fuerza militar. Hasta que un día 5 del mes de Yiar del año 5708, según el conteo judío desde la creación del mundo, durante la declaratoria de la independencia, el pueblo de Israel pudo establecer su soberanía sobre parte del territorio patrio tras dos mil años de exilio, y volvió a cumplir el precepto de habitar la tierra prometida. Gracias a esa soberanía comenzó una inmigración judía masiva y el establecimiento de poblados se vio impulsado en todos sus límites. Y si bien también antes del establecimiento del Estado, todo judío que vivía en el país cumplía con el precepto individual de poblarlo, lo principal de este, o sea, que el país esté en nuestras manos y no en las de ninguna otra nación, todavía estaba sin cumplir. También en tiempos en los que la tierra fue poblada masivamente por judíos, mientras que se encuentre bajo dominio extranjero, no cumplimos con el aspecto principal del precepto general.