En seis días creó D's el cielo y la tierra y todo lo que estos contienen, y en el sexto creó al ser humano y le encomendó el cuidado y el desarrollo de Su mundo, tal como fue dicho: "Tomó HaShem Elokim al hombre y lo estableció en el huerto de Edén para cultivar y preservar (la tierra)" (Bereshit-Génesis 2:15). Tras la conclusión de la labor de los seis días, aparentemente no había necesidad del Shabat, ya que en ese día nada fue creado, sin embargo, HaShem creó también el séptimo día y lo consagró a la cesación de actividades y al reposo, tal como fue dicho: "Quedaron concluidos los cielos y la tierra y todo lo que contienen. Habiendo concluido Elokim en el día séptimo Su obra — que Él había hecho — cesó en el día séptimo de toda Su creación — que Él había hecho. Bendijo Elokim al día séptimo y lo consagró, ya que en él cesó de toda Su obra, que Elokim había creado para hacer" (ídem 2:1-3, estos son los versículos que recitamos en el Kidush de la noche de Shabat).
O sea, en Shabat, HaShem creó la capacidad de obtener satisfacción, quietud y sosiego. De no ser así, impulsado por un deseo abismal de completar sus carencias, el ser humano trabajaría ininterrumpidamente sin descansar. Sin embargo, todo lo que hubiese obtenido sería insuficiente, y a consecuencia del desesperado esfuerzo realizado y de la pérdida del equilibrio mental habría de conducirse a sí mismo y al mundo entero a la destrucción. Para que el ser humano obtenga el reposo no alcanza con que cese en su trabajo, debe también ser capaz de apreciar el valor de sus acciones, y gracias a ello acumular energías para continuar con su labor. En cambio, quien no percibe valor en sus acciones, aunque cese de sus labores no alcanzará el reposo del espíritu. Al crearse el séptimo día para el cese de actividades y el descanso, fue creada la capacidad de captar el valor intrínseco y sagrado del mundo. En virtud de ello, los seres humanos pueden establecer para sí tiempos de sosiego en los cuales captar el valor de su quehacer.
Sin embargo, para ello no resulta necesario que se descanse precisamente en Shabat, ni que las personas se abstengan de realizar labores en su día de reposo, lo principal es que se den una tregua en su quehacer y reconozcan la importancia interior de su esfuerzo. Pero para poder captar los elevados y profundos valores Divinos que pueden hacer progresar y encumbrar la labor humana y el mundo todo hacia un nivel mejor y más perfeccionado, es necesario cesar precisamente en Shabat, y la cesación de actividades debe abarcar a todas las labores. Este es el buen obsequio que entregó HaShem a Su pueblo Israel, por medio del cual los judíos captan el valor intrínseco y consagrado del mundo, y de la santidad sabática extraen bendición e inspiración para reparar el mundo.