No existen palabras que puedan describir la dimensión del valor del Shabat y la profundidad de las ideas que encierra, y a falta de palabras – las acciones son aquellas que manifiestan aquello que trasciende toda verbalización. El encendido de las velas expresa la esencia del Shabat, ya que su luz alude a la luminosidad de la fe que trae paz y reconciliación al mundo (arriba 7). Por ello, el momento en el cual la madre de la familia enciende las velas de Shabat es de los más mágicos que existen. Es el momento en el cual no despedimos de los días de la semana, ingresamos en el Shabat consagrado y recibimos un alma y una luminosidad suplementarias.
Una mujer que no alcanzó a terminar sus preparativos y encender las velas en el horario estipulado en los almanaques, puede posponer un tanto el encendido a condición de que lo haga antes de la puesta del sol. Pero una vez puesto el sol, no habrá de encender velas en ese Shabat porque el día sagrado ya comenzó y está prohibido encender fuego. Cuando uno de los miembros de la familia ve que el dueño de casa no alcanzará a encender las velas, podrá encenderlas en su lugar antes de la puesta del sol. Una mujer que recibió el Shabat por medio del encendido de las velas, puede pedir a su marido o a otro judío que aún no lo ha recibido, que realice para ella una labor que ya le está prohibida, a condición de que alcance a recibir el Shabat antes de la puesta del sol.