Uno de los preceptos destinados al deleite del Shabat es el sueño tranquilo y reparador, de modo tal que si una persona está acostumbrada a dormir diariamente siete horas, que en Shabat duerma ocho, para estar más relajada y despejada. Pero no se debe dormir de menos los jueves y los viernes asumiendo que en Shabat se habrán de completar las horas, convirtiéndolo en un día únicamente destinado al sueño, para así poder subyugarse nuevamente a las cuestiones mundanas durante los siguientes días hábiles. Por el contrario, es preceptivo llegar descansados a Shabat para poder enfocarse en el estudio, rezar con la concentración necesaria y deleitarse de las comidas tranquilamente en compañía de los miembros de la familia. Sin embargo, a posteriori, cuando se llega cansados al Shabat se pueden completar horas de sueño, pero no se debe planificar algo así a priori.