En el precepto de "Recuerda el día de Shabat, para consagrarlo" (Shemot-Éxodo 20:8) se nos ordenó recordar en Shabat dos de los fundamentos de la fe: la Creación y la Providencia. La Creación, es la obra de D´s, que hizo Su mundo en seis días, cesó en el séptimo y desde entonces hasta ahora continúa sosteniendo el mundo y vivificándolo. La Providencia (Hashgajá), alude a que HaShem sacó a Su pueblo de Egipto. Resulta entonces que además de haber creado D´s el mundo y sostenerlo, es providente con éste y lo dirige, castiga a los malvados, recompensa a los justos y escogió al pueblo de Israel para que sea Su elegido y para que por su intermedio se revele Su providencia sobre el mundo y todas las naciones se vean bendecidas. El recuerdo de la santidad del Shabat lo cumplimos de modo resumido durante el rezo y el Kidush con una copa de vino, pero el precepto implica que todo el día sea consagrado, tal como fue dicho: "Recuerda el día de Shabat, para consagrarlo", que todo el Shabat esté destinado a cuestiones vinculadas a la santidad, al estudio de la Torá, a escuchar las palabras de los sabios y cumplir el precepto del deleite sabático por medio de las comidas y el reposo.