Cuando el estado ayuda a las personas pobres y demás necesitados por medio de los diferentes ministerios, cada uno de los ciudadanos tiene el mérito de participar en el precepto de la tzedaká. Sin embargo, al mismo tiempo, sobre cada ciudadano recae la responsabilidad de preocuparse de que las leyes y las disposiciones sean tales que incentiven a los necesitados a valerse por sí mismos y no a que vivan de asignaciones, o peor aún, brinden falsos informes para recibir prestaciones asistenciales. Más aún, se debe tener el cuidado de que los mecanismos de seguridad social no quiten la responsabilidad de sobre los parientes, amigos y vecinos. Como hemos explicado antes, es sobre estos que recae el precepto básico de brindar asistencia, pues ellos pueden ayudar como corresponde al conocer de cerca al necesitado a lo largo de muchos años y por ende pueden ser de gran utilidad en encontrarle un trabajo, protegerlo de una mala transacción comercial y guiar a sus hijos para que salgan del círculo de la pobreza.