Es preceptivo prestar dinero sin interés a personas que pasan por dificultades temporales, para que puedan comprar lo necesario para su manutención. Por lo tanto, está prohibido que quien pide el préstamo use el dinero para adquirir productos suntuarios a menos que quien se lo haya prestado haya expresado su acuerdo.
Quien concede un préstamo debe hacerlo a cambio de un cheque o documentarlo por los procedimientos comúnmente aceptados, para que más adelante no surja un pleito por el monto o la fecha de su devolución. Solo quien esté realmente dispuesto a condonar la devolución del préstamo en caso de que el prestatario lo olvide, puede concederlo sin que medie cheque o documentación alguna.
A veces, ocurre que quien pide el préstamo no es capaz de devolverlo. En un caso así está prohibido presionarlo, esto es, amargarle la vida u obligarlo a contraer deudas abultadas o vender objetos necesarios para su existencia con el objetivo de devolver el préstamo, tal como fue dicho: "no seas para con él como acreedor" (Shemot-Éxodo 22:24). Sin embargo, si es sabido que quien pide un préstamo procede de un modo irresponsable, y es probable que no pueda devolver el préstamo no es preceptivo prestarle, ya que el precepto de prestar dinero está destinado a ayudar a personas responsables que habrán de esforzarse para devolver el préstamo.