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El Santo Bendito Él creó luminarias – el sol y la luna, y les estableció órbitas en el firmamento, y según estas se fijan los tiempos. El día, la noche y el año se fijan de acuerdo con el sol, al tiempo que el mes, cuyas fechas marcan las festividades judías, se fijan según la luna. Tal como fue dicho: "Dijo D's: Haya luminarias en la extensión de los cielos para distinguir entre el día y la noche y que sirvan como señales para los ciclos del tiempo, para los días y para los años" (Bereshit-Génesis 1:14).
Cada mes la luna da una vuelta en torno al planeta tierra. Al inicio del mes la luna se presenta como una línea delgada que va creciendo hasta que en la mitad de éste se ve en su completitud, formando un círculo completo. En la segunda mitad del mes la luna va menguando hasta que al finalizar este deja de ser visible durante un día. Luego, vuelve a verse nuevamente como una línea delgada, lo cual es señal de que comenzó un nuevo mes, y a esto se le llama molad. El ciclo completo de la luna es de 29.5 días y 3/4 de hora. Por eso, hay meses que duran veintinueve días y otros que duran treinta. La visibilidad del molad por sí misma no da lugar al nuevo mes, sino que son los miembros del tribunal, ordenados unos por otros desde Moshé Rabenu, quienes deben consagrarlo según el testimonio presentado por testigos que vieron el primer destello de luna en el firmamento.
Los doce meses lunares suman 354 días, pero el año solar posee 365, por lo que resulta que, si cada año vamos a mantener estrictamente los meses lunares, con el correr del tiempo Pesaj no habrá de caer en la primavera, al tiempo que es preceptivo celebrar esta festividad en esa estación. Por lo tanto, se le ordenó al tribunal que calcule los tiempos de modo tal que cada dos o tres años el ciclo anual resulte ser embolismal, esto es, que se le agrega un mes, de manera tal que hayan dos meses de Adar y de ese modo Pesaj siempre caiga en la primavera.
La ley indica que, si ha de llegar el momento en que resulte imposible consagrar los meses por medio del tribunal, que sean consagrados a través de los cálculos de los sabios de Israel. Hacia los finales de la época de los amoraítas, cuando la enorme mayoría del pueblo judío se encontraba en el exilio, Hilel II, quien había heredado la decaída presidencia del tribunal en la tierra de Israel, llegó a la conclusión de que no resultaba posible continuar consagrando los meses y decretando los años embolismales tal como antaño. Y por cuanto que la potestad de consagrar los meses y decretar los años embolismales recaía sobre él, junto con su tribunal calcularon los meses y los años y los consagraron hasta el final de las generaciones. Por ello, hace 1650 años, desde el año 4119 del conteo judío a partir de la creación del mundo (359 según el conteo de las naciones) el pueblo judío comenzó a contar los meses según los cálculos del calendario hebreo.
