Es preceptivo estar de buen ánimo durante todos los días de la festividad, incluidos los de Jol HaMo'ed. Aparentemente, se trata de un precepto sencillo ya que toda persona debe estar alegre, pero en la práctica, resulta difícil cumplir con este mandamiento ya que la tensión, las preocupaciones y las dudas que acompañan permanentemente al ser humano opacan su alegría.
A pesar de ello, en las festividades resulta preceptivo elevarse por sobre todas las preocupaciones y molestias, superar los enojos y alegrarse en HaShem. Para ello, es necesario concentrarse en el significado de la festividad, el cual está destinado a recordarnos que HaShem nos escogió y nos entregó Su Torá, nos consagró con Sus preceptos y nos trajo a la tierra buena, la tierra de Israel, para que podamos tener una buena vida imbuida de santidad y bendición. Partiendo de ello, prestaremos atención a todas las cosas buenas de nuestra vida y nos alegraremos en la gran misión que nos fue encomendada, la de prodigar el bien y la bendición al mundo.
Dado que es preceptivo alegrarse, está prohibido ocuparnos en la festividad de temas que generen pesadumbre. Por lo tanto, se prohíbe guardar luto en las festividades, y si alguien perdió a uno de sus familiares previo a una de estas, al llegar el Yom Tov deberá levantarse de su duelo, aunque hubiere guardado luto solamente durante una hora, y al iniciarse la festividad, su luto queda sin efecto (ver arriba 14:10). Si en la festividad se prohíbe el dolor preceptivo, cuánto más aún debe cada persona alejar de sí todo aquello que le cause angustia o preocupación, no enojándose ni enfureciéndose, teniendo extremo cuidado de no agredir a ningún ser humano ni hacer sufrir a ningún miembro de su familia por medio de críticas o de la evocación de viejas ofensas, sino que deberá esmerarse con todas sus fuerzas en elogiarlos y alegrarlos, y de ese modo la bendición de las festividades se extenderá a todo el año.