La labor de los cohanim en el Templo como fuente de inspiración El Templo como fuente de inspiración Las primicias (bikurim) El centro espiritual La ofrenda permanente (korbán hatamid) y el incienso (ketoret) La pila y los espejos de las mujeres que se reunían en el Santuario El altar exterior – los sacrificios El altar del incienso El candelabro (menorá) La mesa Los tres utensilios que había en el Santo (Kodesh) El Santo Sanctorum (Kodesh HaKodashim)
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La pureza

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La pureza

El Templo de Jerusalém es la fuente de la vida y por ello está prohibido el ingreso al mismo o al Monte del Templo de una persona que se hubiese contaminado por contacto con alguna de las impurezas, y solamente tras pasar por el orden de purificación establecido por la Torá, podía entrar al área del Santuario. La raíz de los preceptos relativos a la pureza y la impureza son un secreto superior, pertenecen a una idea Divina que trasciende nuestra comprensión, y por ello jamás podremos entender plenamente su significado. Sin embargo, en términos generales, podemos decir que la pureza está vinculada a la vida y la impureza a la muerte. En la medida en que la vida se manifiesta de un modo más desarrollado, al perderse ésta, mayor resulta la muerte y por ende mayor es la impureza que se genera. Por eso, en el caso del ser humano, que es quien manifiesta la vida en su mayor grado de desarrollo, la impureza producida por su muerte es la de mayor intensidad. Un nivel menor de impureza es el generado por el cadáver de un animal o un reptil. El reino vegetal pertenece a un nivel de vida inferior al animal, por ello, una planta que se marchita y muere no genera impureza, pero si un ser humano elaboró a partir de un vegetal una prenda o un utensilio, o a partir de este obtuvo frutas o verduras, pueden estas adquirir una impureza de un grado inferior al del cadáver de un animal. El útero es el origen de la vida de todo ser humano y por ende, a veces resulta ser una fuente de impureza. La impureza menstrual se produce cuando el óvulo que podía desarrollarse en el útero y transformarse en un embrión no es fecundado, muere y sale con la sangre del período junto con la mucosa que debía ayudarle a crear vida. Otro tanto ocurre con la impureza del semen derramado, que es una expresión de la misma idea, se trata de un material biológico que pudo generar vida pero se perdió y murió, aunque su impureza resulta ser de un grado inferior al del flujo menstrual.

A los efectos de purificarse de la impureza, la persona debe sumergir todo su cuerpo en una mikve (baño ritual). En el caso de determinadas impurezas es posible sumergirse y purificarse al día siguiente de haberlas contraído, y en casos especiales, recién una semana después. En el caso de quien se impurifica de un muerto, el proceso de purificación lleva una semana y además deben asperjarse sobre la persona impura agua de manantial y ceniza de la vaca roja al tercer y séptimo día, pero en la actualidad carecemos de las condiciones que posibiliten el cumplimiento de este proceso de purificación.

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