Hay quienes erróneamente piensan que en la medida en que ensalzamos el carácter sagrado del Templo vaciamos al mundo de santidad. Pero en realidad, el objetivo del Templo es elevar y santificar al mundo, ya que un mundo en el cual existe un Santuario es uno en el cual los valores Divinos se revelan y se consagran. Tal como dijeron nuestros sabios, todo aquel que otorga presentes a los pobres de su campo según lo ordenado por la Torá es considerado como si hubiese construido el Templo y hubiese ofrendado sacrificios en su interior. Esto es así ya que una persona que trabaja su campo laboriosa y honradamente – atrae la santidad del Templo a su parcela y cuando deja para los pobres las espigas caídas, las olvidadas y una porción sin segar (leket shijejá y peá) (arriba 6:2) es como si erigiese un altar en su terreno y elevase ofrendas a D's. Asimismo, todo aquel que trabaja honesta y diligentemente, tiene la intención de ayudar a las demás personas y contribuir al desarrollo de la economía y del mundo, atrae sobre su quehacer la santidad del Templo de Jerusalém. Cuando esta persona se esmera en beneficiar a los demás en mayor medida de lo que debe, es como si erigiese un altar y elevase ofrendas a D's.