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Los deberes implícitos en el matrimonio entonces y hoy

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Los deberes implícitos en el matrimonio entonces y hoy

Tal como aprendimos, el compromiso recíproco en el matrimonio implicaba que el hombre era responsable del sustento familiar y la mujer de las labores domésticas y la crianza de los hijos. En las últimas generaciones, gracias a avances tecnológicos tales como el suministro de agua corriente que puede utilizarse directamente de las canillas o grifos, o de la posibilidad de adquirir alimentos y vestimentas a bajos precios, se generó una notable reducción del tiempo que conllevan las labores domésticas. En el tiempo libre que se generó las mujeres comenzaron a trabajar y ganar su sustento. Con el dinero percibido pudieron adquirir ayuda extra en las labores domésticas y pagar guarderías para sus bebés, lo cual les dio más tiempo libre aún que pudieron dedicar al trabajo. Paralelamente, el sistema educativo para los niños y niñas mejoró, y ello otorgó a las mujeres herramientas para insertarse en el mercado laboral en diferentes rubros y ganar mejores salarios. Así, en un proceso gradual el salario de las mujeres subió al punto de que en la actualidad muchas señoras ganan salarios superiores a los de sus maridos. A pesar de los cambios radicales en el estatus económico y social de la mujer, aún en nuestros días el compromiso económico del hombre para con su mujer en la ketuvá sigue siendo relevante por dos motivos. El primero, porque la estructura básica mayoritaria de las familias es que el hombre asume la responsabilidad por el sustento y la mujer el cuidado de los niños y los quehaceres hogareños. El segundo, porque la responsabilidad asumida por el hombre incluye también a los hijos y de no asumir un compromiso ante su mujer se teme que evada su responsabilidad parental. La vida moderna liberó a la mujer de la dependencia económica de su marido y liberó al marido de depender de que su mujer dirija la economía familiar y le prepare alimentos. Todo esto afectó a la estabilidad del núcleo familiar, al punto de que un porcentaje importante de los niños en los países occidentales crece en la actualidad solamente con sus madres sin que sus padres tengan presencia activa en sus vidas. Por ello, es tan importante el compromiso del hombre para con su mujer en el momento de contraer matrimonio, además de, por supuesto, de la educación en los valores familiares que son hoy más necesarios aún que en el pasado. 

De todas maneras, las transformaciones en el estatus de la mujer generan nuevas preguntas respecto a la división de responsabilidades en el sustento del hogar, el cuidado de los niños y los quehaceres domésticos ya sea durante el matrimonio o, D's no lo quiera, en caso de divorcio. El principio que debe servir de guía es la salvaguarda de la justicia entre los miembros de la pareja.  La idea es dar la posibilidad de optar por el divorcio en los casos difíciles, pero demorar aquellos que resulten apresurados, mientras se estimula la preservación del vínculo matrimonial. Es probable que pasemos aún por una etapa de tentativas y experimentos hasta que la postura halájica se consolide en un punto de equilibrio óptimo, tal como ocurrió en los días del Segundo Templo con el proceso de instauración de la ketuvá, que pasó por varias etapas hasta adoptar una forma que equilibra todos los valores en juego.

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