A veces, si el tribunal decide que el reclamo de divorcio de la mujer está justificado, pero el hombre no está dispuesto a liberarla, según la halajá, el hombre debe ser apremiado físicamente día tras día hasta que conceda el divorcio voluntariamente, esto es, que diga por su propia boca que concede el divorcio por propia voluntad. Sin embargo, algunas autoridades halájicas se abstienen de obligar al marido a conceder el divorcio por medios violentos, y en virtud de la debilidad que manifiesta el tribunal con su postura, genera dificultades a la hora de obtener el divorcio de maridos especialmente testarudos. El problema se intensificó a raíz de que el derecho civil vigente prohíbe el apremio físico al marido. A pesar de ello, se intenta encontrar caminos para hacer efectiva la decisión del tribunal en maridos renuentes y casi siempre con éxito. En la medida en que los legisladores y los tribunales intensifiquen la cooperación entre sí, los casos difíciles de mujeres a las que se les deniega el divorcio disminuirán al punto de desaparecer.
Una mujer puede también 'anclar' a su marido, ya que mientras que no acepte recibir el guet él no puede volver a casarse. Sin embargo, el 'anclaje' de los hombres es más leve que el de las mujeres, porque en casos especiales, por medio de un largo proceso que incluye el consentimiento de cien rabinos, el hombre puede volverse a casar. En la práctica, últimamente el número de hombres cuyo divorcio se ve demorado o denegado es mayor que el de mujeres en esa situación, y también en esta cuestión, a veces los tribunales se demoran en aplicar sanciones a las mujeres por lo que el lapso del 'anclaje' se prolonga.