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Está prohibido ingerir alimentos que pudieren contener elementos tóxicos, aunque la posibilidad de que ello ocurriere resulte ínfima. Nuestros sabios dijeron que es preciso ser cuidadosos respecto de un alimento peligroso más que de uno cuyo consumo está prohibido, y quien se arriesga comiendo algo peligroso y fallece deberá rendir cuentas por ello. Asimismo, es preceptivo abstenerse de ingerir alimentos que afectan negativamente la salud corporal o productos que pudieren contaminar los alimentos (arriba 4:14). Por lo tanto, las personas que preparan los alimentos deben tener el recaudo de mantener la higiene de sus manos, especialmente los cocineros que preparan alimentos para un gran número de comensales. Estos deben lavar diligentemente sus manos y dedos con agua y jabón antes de tomar contacto con los ingredientes. De igual manera, es necesario tener el cuidado de guardar los alimentos en el refrigerador, especialmente las carnes, ya que en caso de hacer calor los microbios que pueden tornar la comida en tóxica se multiplican. Un cocinero que contrajo una enfermedad contagiosa debe abstenerse de preparar la comida para no enfermar a los comensales.
Los judíos acostumbraron a no ingerir carne junto con pescado porque en el pasado existía una postura médica según la cual esto era nocivo para la salud. Sin embargo, según lo que sabemos en la actualidad esto no es riesgoso, por lo que ya no está prohibido. Y a pesar de ello, dado que la división entre carne y pescado fue una de las señales identificatorias de la cocina judía, se acostumbra a tener el recaudo de no mezclarlos. Hay quienes se cuidan de no ingerir pescado con leche por considerarlo peligroso, pero dado que esta práctica carece de raíces profundas, se permite a los miembros de todas las congregaciones hacerlo.
