En tiempos del exilio, el pueblo de Israel se semejaba a una viuda cuyo hogar se había destruido, y tal como resulta imposible revivir a su finado marido, de igual manera parecía imposible que el pueblo de Israel regrese a su patria. Sin embargo, HaShem le prometió al pueblo de Israel que volvería a redimirlo, tal como fue dicho: "Porque te extenderás a la derecha y a la izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas. No temas, pues no serás afrentada; y no te avergüences porque no serás humillada, sino que te olvidarás de la ignominia de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria" (Yshaiahu-Isaías 54:3-4). Por el cumplimiento de esta profecía nuestros sabios establecieron que quien contemple casas judías que se construyen en la tierra de Israel tras el regreso del exilio recite: 'Baruj Atá…Matziv Gvul Almaná' (Que afirma la frontera de la viuda).
Cuando se erigieron los asentamientos judíos en el país, se recitaba esta bendición por todos los noveles poblados. Luego de que por la gracia y generosidad de HaShem tuvimos el mérito de que toda la zona costera fue masivamente poblada por judíos, al punto que ello llevó a que fueran olvidados los días del exilio y el despoblamiento, no se bendice al divisar sus localidades.
Sin embargo, en las zonas que aún no fueron apropiadamente habitadas, como las de Yehudá y Shomrón (Judea y Samaria), donde aún es necesario esforzarse a los efectos de cumplir con el precepto de habitar la tierra de Israel, quien divisa un poblado judío que no vio en los últimos treinta días, aunque se trate de un asentamiento de larga data, debe bendecir. Quien nace en el extranjero y visita la tierra de Israel por primera vez y se emociona al verla construida, puede también recitar la bendición al ver las grandes ciudades.