Nuestros sabios establecieron que lavemos nuestras manos antes de ingerir un alimento que incluye pan para así limpiarlas de cara a la comida. La gula puede llevar a denigrar al alma por medio de la pasión materialista carente de todo contenido espiritual, y por medio del lavado de las manos de la impureza que se adhirió a estas y su adecuación para la comida, nos preparamos a nosotros mismos para una ingestión que refuerce en nuestro seno los sentimientos nobles y nos otorgue las energías para incrementar el bien y la bendición en el mundo.
El lavado de manos se lleva a cabo por medio del vertido de agua sobre estas desde un recipiente. El agua debe alcanzar a mojar toda la palma de la mano incluidos los dedos. En caso de gran necesidad es posible contentarse solo con el lavado de los dedos. A priori, se vierte primero el agua sobre la mano derecha dos veces seguidas y se hace otro tanto sobre la izquierda. Es preciso que nada se interponga entre el agua y la mano. Quien lleva en su mano una venda o una banda plástica, en caso de ser posible retirarlas, debe hacerlo. En caso de que ello resulte complicado, se cumple con la ablución en el resto de la mano. Tras el lavado de las manos y previo a su secado se recita: 'Baruj Atá HaShem Elokeinu Melej Ha'Olam Asher Kidshanu Bemitzvotav Vetzivanu al Netilat Yadaim' (Bendito eres Tú, HaShem nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ordenó el lavado de manos). No se habla entre el lavado de las manos y el recitado de la bendición de HaMotzí.