En lo que respecta a las relaciones entre padres e hijos, hay en la Torá dos preceptos centrales. Uno, es el de honrar a los padres, y el segundo es el de educar a los hijos. Por el mérito del precepto de honrar a los padres, abrevamos y aprendemos del legado de las generaciones anteriores que transmitieron su sabiduría y su experiencia. Por el mérito del precepto de educar a los hijos legaremos a ellos, y por su intermedio a todas las próximas generaciones, todo aquello que aprendimos con el agregado de nuestro aporte personal. Por medio de estos dos preceptos el ser humano conecta todas las generaciones y su vida se convierte en un eslabón importante en el esplendoroso relato de la reparación del mundo hasta su redención.