Una persona que se convierte al judaísmo debe seguir respetando a sus padres, y si bien el momento de la conversión es similar a un nuevo nacimiento, desde el punto de vista moral tiene el deber de tratarlos con respeto ya que le dieron a luz y lo criaron. Por lo tanto, cuando necesiten ayuda – deberá asistirlos, cuando se enfermen deberá orar por su recuperación y tras su fallecimiento es bueno que recite Kadish.
A veces surge el problema de que por una parte el converso desea comportarse como corresponde con sus padres, pero por la otra, cuando estos no respetan la fe y el camino que escogió su hijo, el converso teme que sus propios hijos se vean arrastrados hacia la religión y la nación de los abuelos. Entonces, el prosélito debe encontrar un camino intermedio que le permita honrar a sus padres manteniendo una cierta distancia para no verse perjudicado.