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El funeral y los discursos fúnebres

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Es un precepto despedir al fallecido con unas palabras alusivas, para de esa manera expresar el valor de su vida y sus virtudes, despertar a los presentes a llorar y lamentarse por la pérdida, aprender de sus valores y buenas acciones y eternizar así su alma en la vida de quienes escuchan el discurso. Dijeron nuestros sabios: "Todo aquel que se lamenta por el fallecimiento de una buena persona se le perdonan todos sus pecados", ya que al enlutarse por alguien de bien, expresa aquello que en su opinión resulta realmente importante en la vida y esto implica un gran retorno en arrepentimiento que tiene el poder de expiar pecados. Dado que resulta difícil ser precisos al expresar elogios durante un discurso fúnebre, es preferible excederse un poco en los conceptos a dejar de mencionarlos, pero está prohibido exagerar en la mención de las virtudes del fallecido adjudicándole aquello que no le correspondía. Quien carecía de virtudes especiales, pero padeció sufrimientos especialmente intensos durante su vida o al fallecer, se los menciona en el discurso fúnebre, ya que la grandeza de un ser humano se revela también en su capacidad de resistir padecimientos que depuran, y por medio de esta mención se incita al público presente a lamentarse y a llorar por el difunto. Cuando el funeral tiene lugar en días festivos, no se pronuncian discursos fúnebres como forma de respeto por la fecha. Si el fallecido era un estudioso de la Torá, se pronuncian algunas palabras alusivas como forma de honrarlo incluso en estos días celebratorios.

Quienes acompañan al difunto deben envolverse en silencio y no hablar de cuestiones que no rindan honor al fallecido. El oficiante suele recitar palabras de la Mishná que instan al retorno: "Akaviá ben Mahalalel dijo: Medita acerca de tres cosas y no caerás en manos del pecado: Sabe de dónde has venido, hacia dónde vas y ante Quién habrás de rendir cuentas. ¿De dónde has venido? - De una gota fétida. ¿Hacia dónde vas? - A un sitio de polvo, gusanos y larvas. ¿Y ante Quién habrás de rendir cuentas y balance? - Ante el Supremo Rey de los Reyes el Santo Bendito Es". Durante el funeral de un hombre se suele recitar el salmo "Él que habita en el refugio del Altísimo y reside a la sombra del Todopoderoso" (Tehilim-Salmos 91), y durante el funeral de una mujer el cántico "Mujer virtuosa" (Mishlei-Proverbios 31). Luego, los dolientes recitan Kadish para la elevación del alma del difunto. Los hijos del fallecido dirán Kadish durante todo el año de duelo, y en caso de que este carezca de hijos - otros familiares lo harán. Al concluir el entierro, el oficiante recita la plegaria "El Malé Rajamím" en la que se pide a D's que acepte compasivamente el alma del fallecido en descanso eterno en el Edén, hasta que tenga el mérito de revivir durante la resurrección de los muertos. 

Tras la finalización del entierro los dolientes se quitan los zapatos como señal de inicio de la shiv'á. En caso de carecer de calzado de entre casa o pantuflas y no puedan permanecer descalzos, que coloquen un poco de tierra sobre sus zapatos y continúen usándolos. Los acompañantes se forman en dos filas y los dolientes pasan entre ellas y comienzan a ser consolados. Previo a salir del cementerio, se acostumbra que los dolientes y los acompañantes laven sus manos para así purificarse del tratamiento del cuerpo del fallecido.

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