Se procura colocar la lápida sobre la tumba hasta el trigésimo día y sobre esta se escribe el nombre del fallecido, el nombre de sus padres, sus fechas de nacimiento y de deceso. Asimismo, se pueden agregar títulos y virtudes que el fallecido detentaba sin incurrir en exageraciones, pues estas provocarán que el juicio celestial con el fallecido resulte más estricto. De ser posible, es preferible que los cónyuges sean enterrados juntos, tal como lo estuvieron en vida, y además a los efectos de facilitarle a sus hijos la visita a sus tumbas. Se acostumbra que quienes visitan una tumba coloquen sobre esta una piedra pequeña en señal de haber estado. Existe una costumbre, originada en las naciones del mundo y adoptada por algunos judíos, de honrar una tumba colocando ramos de flores, y si bien no se trata de una acción preceptiva no implica la transgresión de prohibición alguna.