Es preceptivo consolar a los dolientes, participar de su dolor y escuchar lo que dicen. Lo principal del consuelo consiste en que tanto los dolientes como los visitantes elogien al fallecido, y que ello los motive a retornar y a realizar buenas acciones. No es de sorprender que durante la shiv'á se descubra que el fallecido tenía en su haber buenas acciones y virtudes que no se le conocían en vida, ya que, en realidad, la gran mayoría de las personas posee diferentes aspectos y en días de rutina no logramos percibir lo principal de la personalidad, pero los aspectos positivos que dan expresión al alma son el quid del ser humano y permanecen para la eternidad. En estos aspectos nos centramos durante la shiv'á para de esa manera eternizar el legado del fallecido y ayudar así a la elevación de su alma.
Quienes consuelan, tienen permitido interesarse un poco por la vida del doliente y su quehacer, teniendo el cuidado de que la conversación no derive en temas laborales o mundanos. Es mejor mantener el silencio a hablar de temas mundanos. Quienes llegan a consolar deben proceder con educación, visitar en las horas comúnmente aceptadas y no hablar prolongadamente cuando los dolientes están cansados. Una persona que tiende a hablar mucho debe poner un límite a sus palabras para dar oportunidad a que también los demás visitantes consuelen a los dolientes. En caso de ser necesario, a quien le resulte difícil asistir personalmente a consolar a los deudos podrá hacerlo telefónicamente o por carta.
Es preceptivo vincular el dolor personal de los dolientes con el de la generalidad del pueblo de Israel, para así conferirle significado e instar al retorno en arrepentimiento y a la reparación general. Por ello, cuando quienes llegan a consolar se despiden de los dolientes, la tradición ashkenazí es que digan: "Que el Eterno os consuele junto con los demás dolientes de Sion y Jerusalém y que no sepáis más de dolor". Los sefaradíes acostumbran a decir: "Que del Cielo os consuelen".