La rutina diaria va erosionando la sensibilidad a todo el bien que HaShem nos prodiga, y a raíz de ello la bendición diaria que el Creador otorga al ser humano no produce satisfacción, la vida se torna vacía y el ser humano va detrás de diferentes pasiones para apaciguar su aburrimiento y su dolor. Para no ser desagradecidos, nuestros sabios establecieron que recitemos las bendiciones matinales por todo el bien que HaShem nos prodiga día a día, y entonces, en virtud del agradecimiento a D's podremos contemplar el mundo con una visión rica y plena y se despertará en nuestro interior el deseo de hacer el bien en una nueva jornada. Estas son las bendiciones: 'Dios mío, el alma que me has concedido' (Elokai, neshamá shenatata bí) como agradecimiento por el alma y la vida, 'que concedes entendimiento al gallo' por la incorporación de la mañana, se recita 'que quitas el sueño de mis ojos y la somnolencia de mis párpados' por lograr despabilarse, 'que da fuerza al exhausto' por la vitalidad, "que da visión a los ciegos" por la vista, 'que libera a los cautivos' por la capacidad de movimiento, 'que yergue a los encorvados' y 'que establece la tierra sobre las aguas' por la capacidad de ponerse de pie, 'que viste a los desnudos' y 'que ciñe a Israel con fortaleza' por las vestimentas, 'que corona a Israel con gloria' por la cobertura de la cabeza, 'que me ha provisto de todo menester' por el calzado y 'que afirma el paso del hombre' por la capacidad de caminar. Además, nuestros sabios establecieron bendiciones de agradecimiento por nuestra misión: 'que no me ha hecho gentil', 'que no me ha hecho esclavo' y los varones recitan: 'que no me ha hecho mujer', al tiempo que las mujeres dicen: 'que me hizo conforme a Su voluntad'. Los prosélitos pueden también recitar 'que no me ha hecho gentil', ya que por medio de la conversión descubrieron que el origen de su alma se enraíza en Israel. En caso de así desearlo, el prosélito puede recitar 'que me ha hecho converso (guer)'.