Es un gran precepto salvar a una persona que se encuentra en peligro. Nuestros sabios dijeron: "Todo aquel que salva una vida humana se considera como si hubiese dado existencia a un mundo entero". Por lo tanto, todo aquel que ve a una persona ahogarse en el mar o ve que malvivientes vienen a matarla debe intentar salvarla, tal como fue dicho: "No serás indiferente a la sangre de tu prójimo" (literalmente, no te detengas ante la sangre de tu prójimo) (Vaikrá-Levítico 19:16). Incluso resulta obligatorio arriesgarse para ello, en la misma medida que se está dispuesto a asumir peligros para salvar el propio patrimonio. Sin embargo, arriesgarse en mayor medida no es obligatorio, sino que se trata de un acto noble, a condición de que el éxito del salvataje sea altamente probable.