Cuando resulta claro que el dueño de un objeto está de acuerdo con que sea utilizado sin que se le pida permiso, estará permitido hacerlo. Hay juristas que adoptan una actitud más estricta y permiten hacerlo únicamente si el dueño del objeto, por medio de su cesión, tendrá el mérito de colaborar en el cumplimiento de un precepto lo cual sin duda habrá de alegrarlo.
Una persona que padece de hambre y a raíz de ello su vida corre peligro tiene permitido robar para subsistir, con la condición de que se proponga devolver el valor de lo hurtado lo antes posible. Asimismo, una persona puede utilizar el patrimonio de su compañero sin su permiso para evitarse un daño importante y repentino, aunque a causa de ello el patrimonio en cuestión se vea dañado, con la condición de que el daño sea resarcido de inmediato.