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Yom Kipur

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Yom Kipur

En virtud del gran amor que le profesa al pueblo de Israel, el Santo Bendito Él les destinó un día especial del año para que en él expíen sus pecados, tal como fue dicho: "Ya que en este día hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros errores, ante HaShem habréis de purificaros" (Vaikrá-Levítico 16:30). La palabra hebrea para expiación, kapará, alude también a amnistía, ya que a raíz del retorno en arrepentimiento HaShem cubre el pecado y absuelve al pecador. Si D's no hubiese establecido un día para la expiación y el perdón del pueblo de Israel, las transgresiones podrían acumularse año tras año hasta que por efecto de la enorme culpa tanto el pueblo judío como el mundo entero podrían merecer, D´s no lo permita, una total extinción. Por medio de Yom Kipur, los pecados son expiados en su raíz y el mundo continúa existiendo hasta alcanzar su reparación y su redención. Por lo tanto, junto con el dolor por los pecados cometidos, este día es también de alegría por la expiación que se lleva a cabo en el mundo superior y en la raíz de nuestra alma.

El fundamento de la expiación de Yom Kipur se basa en el pacto que estableció HaShem con el pueblo de Israel, en el cual el último se comprometió a ser una nación singular, aceptar Su Torá, preservar el mundo y repararlo a la luz de la guía de la Torá. Este pacto no depende de las acciones que realicen los judíos sino del alma especial que HaShem creó para la generalidad del pueblo de Israel, un alma que en su raíz anhela la reparación del mundo por medio de la revelación de la luz Divina. Tal como fue dicho: "Ya que pueblo consagrado eres tú para HaShem tu D’s. A ti te ha elegido HaShem tu D’s, para que seas para Él un pueblo peculiar" (Devarim-Deuteronomio 7:6). Por ello, aunque los judíos cometan numerosos pecados, el pacto Divino no será anulado, tal como fue dicho: "Pues HaShem no abandonará a Su pueblo, por Su grande nombre; porque HaShem ha querido haceros pueblo Suyo" (Samuel I 12:22). Ahora bien, la imposición de la justa sentencia no queda sin efecto, y por cada pecado o transgresión que no fueron reparados mediante retorno en arrepentimiento sobrevendrá el castigo correspondiente, y en caso de que entre los hijos de Israel abunden los pecadores los castigos habrán de ser imposibles de sobrellevar. Empero por efecto del pacto que se revela en Yom Kipur, la punición habrá de refinar y corregir a Israel, tal como fue dicho: "Y no ha de ser lo que habéis pensado. Porque vosotros decís: Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra. Vivo Yo, dice HaShem Elokim, que, con mano fuerte, brazo extendido, y enojo derramado he de reinar sobre vosotros. Y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte, brazo extendido y enojo derramado… y os habré de traer a la transmisión del pacto" (Yejezkel-Ezequiel 20:32-37).

En la medida que el pueblo de Israel incrementa más y más su arrepentimiento en el día de Kipur, así también dicha expiación de raíz (kapará shorshit) de la generalidad del pueblo de Israel se prolonga a cada individuo, y por ende existe una menor necesidad de pasar por sufrimientos que depuren las transgresiones, y el camino hacia la reparación y la redención se acorta y se torna más sencillo.

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