En días del Templo de Jerusalém, tras la finalización de la labor del Cohen Gadol en el Kodesh HaKodashim, los jóvenes formaban parejas a los efectos de erigir familias. Dado que el vínculo matrimonial es una cuestión sagrada que se deriva del Santo Sanctorum (ver arriba 19:2), y tal como dijeron nuestros sabios respecto de que un hombre y una mujer que tuvieron el mérito de vivir juntos con amor alegría y fidelidad - la Divina Presencia habita entre ellos, ya que por medio de su cariño se revela la Unicidad Divina en el mundo. Desde la destrucción del Santuario se generó un distanciamiento entre Cielo y tierra, y la dedicación a formar parejas puede atentar contra la santidad de Kipur. En lugar de ello, es preceptivo que cada soltero y cada soltera recen en este día sagrado por su propio enlace, oren para lograr depurarse y por ende evitar que haya defectos de la personalidad que pudiesen atentar contra la formación de familia. En el caso de los ya casados, corresponde que retornen en arrepentimiento en Yom Kipur por todas las veces que no se amaron o no se alegraron mutuamente como corresponde. No obstante, en Yom Kipur los cónyuges deben apartarse uno de la otra tal como lo hacen en los días de la nidá, y en virtud de ello, tendrán el mérito de incrementar su amor y su alegría de pareja durante todo el año.