)
En tiempos de los sabios medievales (rishonim), hace cuestión de unos ochocientos años, se suscitó una discusión respecto del estudio de las ciencias. Los libros de ciencia de aquellos días incluían ideas que negaban las creencias de Israel, y hubo jóvenes judíos que se vieron arrastrados tras ellos abandonando el judaísmo y asimilándose. Obviamente, las dificultades del exilio potenciaron la tentación de salir del colectivo judío. En respuesta a ello, muchos de los eminentes eruditos del pueblo de Israel alejaron a los jóvenes de este tipo de estudio, y hubo quienes alejaron incluso a los adultos. Hace cuestión de unos doscientos años el problema se tornó más crítico aún, el movimiento iluminista que se desarrolló en Europa atrajo consigo a numerosos judíos, los cuales creyeron que este resolvería todos los problemas de la humanidad, por lo que la Torá y los preceptos ya no resultaban necesarios. De ese modo, muchos de los judíos de Europa occidental que se dedicaban al estudio de la ciencia abandonaron el camino de sus ancestros y se mezclaron entre las naciones. La reacción de algunos de los rabinos fue prohibir terminantemente el estudio de las ciencias. Sin embargo, dado su enorme valor, la mayoría de los sabios de Israel no prohibieron su estudio, sino que alertaron sobre sus peligros. También hoy vemos judíos que se alejan del estudio científico, tal como se acostumbra en la mayoría de los colegios jaredim (ultraortodoxos). No obstante, en la práctica, es correcto incluir estudios de ciencia en el currículo escolar, tal como se acostumbra en los colegios religiosos y las yeshivot de educación secundaria o liceal (yeshivot tijoniot). En primer término, por el valor intrínseco de este tipo de estudios, a través de los cuales comprendemos mejor la sabiduría Divina y conocemos la grandeza de D's. En segundo lugar, este tipo de estudio ayuda a ganar el sustento y les permite a los egresados de las yeshivot secundarias estudiar una profesión, mantener decorosamente a sus familias y ocupar una posición social respetable a ojos de las demás personas. En tercer lugar, por medio del estudio de las ciencias el pueblo de Israel puede aportar su parte al saber universal y al bienestar de la humanidad, santificando así el Nombre Divino. Además de ello, consideramos que esta modalidad es la más exitosa para preservar el judaísmo a largo plazo. No obstante, a los efectos de que triunfe, los estudios religiosos deben también ser encarados con la mayor seriedad, e incluso los padres deben respaldarlos con su ejemplo personal dándoles especial realce en la educación de sus hijos.
