En el pasado, los miembros de la tribu de Leví, tanto los cohanim como los leviim que servían al público a través de la labor en el Santuario, así como funciones de alguaciles y los judiciales, desempeñaron mayoritariamente roles de tipo rabínico, tales como educadores y guías o asesores espirituales. Su sustento provenía de los presentes que la Torá ordenó a cada judío entregarles, ofrendas y diezmos de las frutas; los primogénitos, el brazo, la quijada y el cuajar de los animales. De todas maneras, de otras tribus de Israel también salieron grandes sabios que estaban dispuestos a estudiar con dedicación y entrega sin que marco alguno les proveyera de apoyo económico. A veces, tenían hermanos y parientes ricos que les ayudaban a mantenerse, como en el caso del "acuerdo entre Isajar y Zevulún" por efecto del cual los ricos de la tribu de Zevulún mantenían a los eruditos de la tribu de Isajar, de modo tal que tanto los promotores como los estudiosos se tornaban socios en la recompensa celestial por el estudio.
A raíz de la destrucción del Templo y la dispersión del exilio, los cohanim y los leviim ya no consagraban sus vidas al servicio del público enseñando Torá al pueblo de Israel, y paralelamente la obligatoriedad de la entrega de ofrendas y diezmos de las frutas y los cereales se fue atenuando, y muchos judíos comenzaron a ganarse la vida por medio de otras profesiones u oficios desvinculados del quehacer agrícola. A los efectos de que se preserve el estudio de la Torá en el pueblo de Israel, nuestros sabios establecieron que cada persona destine un décimo de su ingreso para dedicarlo a la manutención de los estudiosos y los maestros de la Torá de todas las tribus. Este aporte se llama ma'aser kesafim o el diezmo de los ingresos monetarios. Quienes lo cumplen con excelencia destinan a este un quinto de sus ingresos (20%). Los decretos del diezmo y el quinto tienen también por finalidad ayudar a los pobres en sus necesidades básicas (arriba 6:13). En la actualidad, la manutención de los estudiosos de la Torá se lleva a cabo por medio del apoyo económico a las yeshivot que forman maestros, sabios y rabinos. Así como en el pasado cada judío escogía a qué cohen y a qué leví otorgarle los diferentes presentes, tal que estos se veían incentivados a servir al público, y quien actuaba con negligencia veía menguar sus regalos (matanot kehuná), de igual manera en la actualidad es preceptivo para toda persona donar a aquellas yeshivot cercanas a su forma de pensar para de ese modo incrementar su influencia en la esfera pública.