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El estudio de las ciencias resulta ser una actividad preceptiva, ya que cada disciplina científica expresa un aspecto de la sabiduría de HaShem. Sin embargo, existe una diferencia básica entre el estudio de la Torá y el de la ciencia: el primero es obligatorio para todos los hijos de Israel porque repara tanto al ser humano como al mundo transformándolos en moralmente mejores. Sin embargo, no es obligatorio dedicarse a las demás disciplinas, mas quienes las estudien a consciencia de que reflejan la sabiduría Divina – cumplen con un precepto. En la medida en que el estudio de ciencias se lleve a cabo por medio de una conexión más profunda a la Torá, su valor será mayor, al permitir comprenderla de un modo más amplio y profundo.
La diferencia entre las distintas sabidurías se manifestaba en el Templo de Jerusalém. En el Santo Sanctórum estaba colocada el Arca del Pacto, la cual contenía la Torá y las Tablas de la Ley, al tiempo que en la sala anterior en santidad, el Kodesh, se encontraba el candelabro (menorá) que aludía a las demás sabidurías (adelante 19:2-5), para enseñarnos que cuando las diferentes disciplinas del conocimiento se aprenden por amor al Cielo, llegan a alcanzar la santidad, si bien se trata de una inferior a la de la Torá. Por ello, las diferentes disciplinas del conocimiento son llamadas 'sabidurías exteriores', a diferencia de la Torá que es denominada la 'sabiduría interior' y cuyo rol es servirle de guía a las primeras. Por lo general, al estudio de las ciencias se lo denomina 'estudios seculares' (limudei jol), para diferenciarlos del de la Torá que es denominado 'estudios sagrados' (limudei kodesh).
