Una vez que el bebé se encuentra sobre las rodillas del padrino, el mohel recita la siguiente bendición: "Bendito eres Tú HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado lo concerniente a la circuncisión" y corta el prepucio de inmediato, y antes de concluir el retirado de esta fina piel (periá), el padre comienza el recitado de dos bendiciones: "Bendito eres Tú HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado ingresarlo (a nuestro hijo) al pacto de nuestro patriarca Abraham", y "Bendito eres Tú HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha dado vida, nos ha sostenido y nos ha permitido llegar a este momento" (Shehejeianu).
Tras la circuncisión se pasa el bebé a quien fue honrado para 'levantarse a bendecir', se llena una copa de vino y recita dos bendiciones: la primera por el vino y la segunda: – "Bendito eres Tú HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que consagró al amado (Ytzjak) desde el vientre materno, marcó el precepto de la circuncisión en su carne y selló en sus descendientes la señal del pacto sagrado. En recompensa por ello, oh Dios viviente, nuestra Porción y Fortaleza, ordena liberar de la destrucción a nuestra amada descendencia en aras de Su pacto que estableció en nuestra carne. Bendito eres Tú HaShem, que estableces el pacto". Luego, quien bendijo agrega una plegaria por el niño, para que viva y perdure para su padre y su madre, que les traiga muchas alegrías, y que por efecto del Brit Milá su vida se vea fortalecida. Tras esto, se da nombre al bebé y se lo bendice que "así como ingresó al pacto, de igual manera que ingrese al estudio de la Torá, a la jupá y a la realización de buenas acciones".