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- La Cosmovisión de Israel -

Nuestro patriarca Ytzjak y nuestra matriarca Rivká

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Nuestro patriarca Ytzjak y nuestra matriarca Rivká

El desafío que se presentaba ante nuestro patriarca Ytzjak era el de continuar el legado de su gran padre, quien reveló la luz de la fe en el mundo. A veces resulta más sencillo iniciar un nuevo camino que mantenerse en él. Nuestro patriarca Ytzjak exhibió constancia, con fidelidad y heroísmo. Uno de los hechos característicos de su vida es el haber nacido y vivido en la tierra de Israel sin jamás haber salido de esta. Incluso en tiempos de hambruna, cuando pensó descender a Egipto tal como lo había hecho anteriormente su padre, HaShem se le reveló y le ordenó permanecer en el país. Fue diligente y exitoso en las labores agrícolas, e incluso tuvo la buena idea de volver a habilitar los pozos de agua que había cavado inicialmente su padre y que los filisteos habían tapado. El relato de cómo encontró mujer caracteriza el legado de generosidad del hogar de Abraham y Sará. Eliezer, el siervo de Abraham, quiso poner a prueba la aptitud de la candidata para asegurarse de que fuera digna de Ytzjak. Decidió que al llegar a Jarán se detendría junto a un manantial y pediría a las muchachas que llegaran que le proveyeran de un poco de agua, y la joven que accediese a su pedido y le ofreciese además por iniciativa propia dar también de beber a sus camellos - sería la indicada.

HaShem hizo que Rivká, perteneciente a la familia de Abraham, fuese quien saliese a su encuentro. Al pedirle Eliezer un poco de agua ella se apresuró a darle de beber de su propia vasija, para más tarde dirigirse al pozo presurosa y extraer de este abundante agua, hasta saciar a todos los sedientos camellos. 

Nuestra matriarca Rivká fue también estéril, pero tras años de plegarias finalmente fue recordada por el Creador y resultó un embarazo de mellizos, Esav y Yaa'kov. Los caminos de los hermanos se separaron, Ya'akov era un hombre íntegro que habitaba las tiendas mientras que Esav era un hombre de campo y un cazador, dispuesto a matar para obtener aquello que deseaba. Al ver Ya'akov que Esav no era apto para continuar el legado familiar y despreciaba la función de primogénito que implicaba llevar adelante la herencia de la fe, le compró la primogenitura a cambio de un potaje de lentejas. Cuando Ytzjak envejeció y sus ojos ya no veían, pidió bendecir a su primogénito. Rivká, sin embargo, que conocía la conducta de Esav y sabía que no era la persona apropiada para continuar con su legado, le ordenó a su hijo Ya'akov que se disfrazase de Esav para así recibir la bendición en su lugar. Así fue, Ytzjak bendijo a Ya'akov y cuando entendió que se había equivocado no se retractó, sino que consintió en que la bendición recayera sobre Ya'akov. Aparentemente, él también estaba al tanto de las andanzas de Esav, pero creía que por ser el primogénito, su deber era bendecirlo. Al entender que por equivocación bendijo a Ya'akov, y que antes de ello Esav le había vendido la primogenitura a su hermano, quedó satisfecho, convencido de que HaShem había causado que su bendición finalmente hubiese llegado al hermano menor.

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