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- La Cosmovisión de Israel -

Los Diez Mandamientos pronunciados en el Monte Sinai

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Los Diez Mandamientos pronunciados en el Monte Sinai

Dada la gran importancia de los Diez Mandamientos los transcribiremos literalmente (ídem 2:2-13), con el agregado de una breve explicación. 

1) Yo soy HaShem, tu Dios, que te he sacado de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. La fe se aprende por medio del relato de la revelación de HaShem a Israel.

2) No tendrás otros dioses ante Mí.  No te harás escultura ni imagen alguna que se halle en los cielos arriba, en la tierra abajo, o en las aguas bajo la tierra.  No te prosternarás ante ellos ni los sirvas, porque Yo soy HaShem, tu Dios; Dios que con celo hago recordar la iniquidad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y la cuarta generación, para aquellos que Me aborrecen. Mas manifiesto benevolencia para miles de generaciones, para los que Me aman y para los que observan Mis preceptos (Respecto de los preceptos de la fe y la prohibición de la idolatría, los veremos específicamente en 15:6-7 y 13).

3) No pronuncies el Nombre de HaShem, tu Dios, en vano; pues HaShem no eximirá a aquel que pronuncie Su Nombre en vano. A continuación de los dos mandamientos anteriores, que se ocupan de la fe en HaShem y la negación de la idolatría, el presente tiene por objetivo sentar una relación de respeto hacia HaShem, a través de no mencionarlo en vano, especialmente en el marco de un juramento. 

4) Recuerda el día de Shabat, para consagrarlo. Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo. Empero el día séptimo es Shabat, para HaShem tu Dios; no harás trabajo alguno, ni tú ni tu hijo ni tu hija, ni tu siervo ni tu sierva, ni tu bestia, ni el extranjero que mora en tus ciudades.  Pues en seis días hizo HaShem los cielos y la tierra, el mar y todo lo que ellos contienen y reposó en el día séptimo. Por eso bendijo HaShem el día de Shabat y lo consagró. La fe en HaShem se revela en todos los ámbitos, incluido el tiempo. El Shabat es el día en el cual se nos ordenó cesar de la realización de labores, profundizar en los fundamentos de la fe y dedicarnos al estudio de la Torá en reposo y con deleite (Respecto del precepto del Shabat ver adelante en capítulos 26-28).

5) Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra, que HaShem tu Dios te da a ti. A continuación del precepto de honrar a Dios, viene el de honrar a los padres. El principio moral de ser agradecido es un valor fundacional, cuando lo cumplimos para con los padres nos abrimos a cumplirlo con todos los seres humanos, y por sobre todo con el Creador (Respecto de este precepto, ver adelante cap. 12).

6) No asesinarás. En este precepto aprendemos la santidad de la vida del ser humano que fue creado a imagen de Dios por lo que está prohibido atacar su vida, y de esto se desprenden numerosos preceptos destinados a preservar la vida y sostenerla (Ver adelante en cap. 4).

7) No cometerás adulterio. Este precepto está destinado a evitar que la santidad del pacto matrimonial se vea afectada (Respecto de este precepto y sus derivaciones ver adelante caps. 8-11).

8) No robarás. El valor del ser humano se expresa también por el respeto a su trabajo y su creación, por lo tanto, está prohibido robar cosas pertenecientes al prójimo y a fortiori que está prohibido robar un ser humano y transformarlo en esclavo. Además de afectar a la persona concreta a la cual se roba, esta transgresión atenta contra la motivación por trabajar y producir lo que a su vez conduce a una sociedad pobre y carenciada (Respecto de este precepto ver caps. 3 y 5).

9) No darás falso testimonio. Se trata de la prohibición de testificar falsamente ante un tribunal. Este, al igual que otros preceptos de la Torá, están destinado a reforzar el estatus del sistema judicial y permitir que este sentencie dictámenes justos (Respecto de este precepto ver cap. 7).

10) No codiciarás la mujer de tu prójimo ni su siervo ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada de lo que es de tu prójimo. El deseo y la codicia son los padres de las transgresiones del hombre para con su prójimo, por ello la Torá ordenó restringir la mala inclinación desde un inicio, cuando aún se encuentra en la etapa de la codicia (ver adelante 3:33).