Una vez que los egipcios se rindieron y aceptaron liberar a los hijos de Israel, HaShem reforzó su corazón de manera tal que solamente retornando en arrepentimiento completo puediesen aceptar la liberación de los israelitas. De no arrepentirse, se verían colmados de valor y correrían tras ellos para volver a subyugarlos. Así fue como los egipcios persiguieron a los israelitas con la totalidad de su ejército y los alcanzaron junto al Mar de los Juncos. Al ver Israel a los egipcios clamaron a HaShem, y Él les respondió que en lugar de gritar pidiendo ayuda comenzasen a salvarse a sí mismos entrando al mar. Una vez que los hijos de Israel, dirigidos por Moshé, comenzaron a ingresar al mar ocurrió el gran milagro: el mar se abrió y los israelitas lo atravesaron sobre tierra seca mientras el ejército egipcio los perseguía. Cuando los últimos israelitas salieron del mar, este volvió a su estado normal y todo el ejército egipcio se hundió en medio de las aguas.
En ocasiones normales, el milagro no es un aspecto deseado, pues el Todopoderoso creó la naturaleza y sus leyes, para que el ser humano, dotado a tal fin, aprendiera a utilizarlos de la mejor manera. Sin embargo, con la finalidad de revelar al mundo entero la fe y el poder del Creador así como Su providencia y custodia por Su pueblo, HaShem propinó un duro castigo a Egipto por medio de las 'Diez Plagas', y tras la salida de Egipto de los hijos de Israel, partió las aguas del Mar de los Juncos haciendo pasar a Sus hijos en medio del mar.