Tras la destrucción del Primer Templo, los profetas decretaron cuatro días de ayuno para despertar al pueblo judío a lamentarse y enlutarse por la destrucción y por el exilio, y en virtud de ello retornar en arrepentimiento y reparar las malas acciones que causaron la asolación del Santuario y la dispersión de la nación. Estos son los cuatro ayunos: 10 de Tevet, 17 de Tamuz, 9 de Av y 3 de Tishrei. Así, los judíos ayunaron durante los setenta años del exilio babilónico, y cuando lograron reconstruir el Templo, los ayunos quedaron sin efecto y se transformaron en días festivos. Al ser destruido el Segundo Templo, el decreto de los ayunos volvió a estar vigente, para despertarnos a retornar en arrepentimiento y actuar en pos de la construcción nacional y espiritual del pueblo de Israel, y en virtud de ello, construir el Santuario. Dijeron nuestros sabios: "Cada generación en la que el Templo de Jerusalém no se reconstruye se la considera como si lo hubiese destruido". Detallemos la significación de cada ayuno.