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Tras la destrucción del Primer Templo y a raíz del exilio del pueblo en Babilonia, el rey Nabucodonosor nombró a Guedalia Ben Ajikam como gobernador de los judíos que quedaron en Yehudá. Por un tiempo parecía que los judíos pobres que se quedaron se estaban recuperando de la destrucción, labraban sus campos y viñedos, y preparaban la base para el nuevo florecimiento de Israel. Sin embargo, el rey de Amón deseaba eliminar al remanente del pueblo de Israel por lo que envió a Ishma'el Ben Netaniá para asesinar a Guedalia. Algunos de los lugartenientes que se encontraban con Guedalia le advirtieron respecto de Ishma'el e incluso le ofrecieron matarlo antes de que pudiese efectivizar su plan. Sin embargo, Guedalia no les creyó y los acusó de calumniar a Ishma'el. Finalmente, Ishma'el asesinó a Guedalia y a las personas que se encontraban con él y de ese modo se extinguió el último tizón remanente del gobierno judío en la tierra de Israel y el resto del pueblo se dispersó (Irmiahu-Jeremías 40:42).
