Las vestimentas son de una gran importancia, por ello trece labores se dedican a su elaboración, desde la fase de la preparación de los hilos hasta el cosido final de la prenda. La labor más frecuente para las personas que no se dedican a la manufactura de ropa es el lavado de ropa (blanqueo). El lavado consiste en tres etapas: 1) El remojo de la prenda en agua con lo cual parte de su suciedad es eliminada. 2) El frotado de la prenda húmeda, acción por efecto de la cual la suciedad sale. 3) El escurrido de la prenda para quitarle el agua con la suciedad que esta porta consigo. Dado que en cada etapa se elimina una parte de la suciedad y la prenda se va limpiando, cada uno de estos pasos está prohibido. Quitar una mancha de una vestimenta por medio de agua o de algún producto de limpieza está prohibido por la Torá. Pero se permite hacerlo sin emplear para ello agua, raspando la prenda de un modo diferente al habitual.