Es preceptivo que el Shabat sea un día de santidad y reposo, por ello, además de la prohibición de realizar labores se nos ordenó también que cesemos y descansemos de las cuestiones mundanas y cuidemos el espíritu del Shabat, tal como fue dicho: "…empero en el séptimo habrás de cesar" (Shemot-Éxodo 23:12). Este precepto persigue dos objetivos: 1) Preservar el espíritu sabático. 2) Establecer un cerco protector para que la personas no incurran en transgresiones por la realización involuntaria de labores. Por ejemplo, en Shabat se prohíbe sesionar a los tribunales, celebrar matrimonios o llevar cabo divorcios, conceder préstamos o devolverlos. Esto es así a los efectos de evitar que se transgreda la cesación de labores y se altere el espíritu sabático y por temor a que la realización de estas actividades cause que se incurra en la labor prohibida de escribir.
Compraventa: Está prohibido comprar o vender en Shabat, y quien abre su tienda y efectúa transacciones al igual que en los días de la semana, aunque se cuide de no realizar ninguna de las treinta y nueve labores - deja sin efecto el precepto de la Torá de cesar. Se prohíbe hablar de cosas mundanas tales como cuentas que le reportan a la persona un beneficio comercial, o de labores prohibidas que la persona planea efectuar pasado el Shabat. Sin embargo, se permite pensar en ello. Si es a los efectos de cumplir un precepto se puede incluso hablar, por ejemplo, sobre la construcción de una sinagoga o de un colegio y de su funcionamiento.
Tocar música: Nuestros sabios prohibieron tocar instrumentos musicales en Shabat, no sea que se produzca en estos un desperfecto y se proceda a repararlos, o si resulta necesario afinarlos (como en el caso de la guitarra). Asimismo, está prohibido escuchar música o mirar una película en cualquier tipo de aparato eléctrico, incluso si se lo activa antes de entrar el Shabat, ya que esta actividad atenta contra el espíritu sabático.